sábado, 14 de noviembre de 2009

IDEA DE INTERVENCIÓN

Propongo una idea innovadora, quizá radical, una posible intervención cuya estrategia está basada tanto en documentación teórica como estudio personal y directo con el colectivo.
Se trata de una idea para el Polígono Sur, una idea quizá utópica, pero una verdadera solución.
Probablemente si escribiese un proyecto orientado a la realización de la idea que próximamente describiré, jamás sería aprobado, mas después de haber convivido con las personas de barrios marginales 6 años, y tres más con los ciudadanos de este barrio en concreto; después de haber estudiado todas las materias de la doble carrera social que estoy cursando y haber leído libros y visto documentales de forma autónoma. Pienso que sería una verdadera intervención que daría resultados muy satisfactorios para la mayoría de afectados.
Se invierten grandes cantidades de dinero, la última inversión fue de 70 millones de euros, ¿y dónde están, para qué fueron usados? En la rehabilitación de los edificios, en las prestaciones económicas que se les ofrecen a algunos, en la colaboración con las asociaciones que luchan por normalizar la situación,… ¡Ja, qué pérdida de tiempo, esfuerzo y dinero! Los edificios pronto estarán de nuevo estropeados, ¡ya puedes pasar por ellos y verlo!, las prestaciones se ofrecen a familias que trafican con dinero negro y que en realidad manejan mucho sin trabajar nada, y a las asociaciones,… pobres… a ellos ya casi no llega nada y no da para hacer verdaderos arreglos, de modo que tienen que seguir luchando para seguir consiguiendo subvenciones que no serán suficientes para cambiar todo esto.
Y ¿por qué nos empeñamos en modificar una cultura? ¿Quiénes somos para cambiar unas costumbres que tienen ya más años que nuestras profesiones? ¿También nosotros vamos a colaborar en la homogenización cultural?
En realidad en el Polígono Sur probablemente no haya más de un 20% de gitanos, el resto no lo son, son personas normalizadas de medio y bajo nivel económico que no pueden permitirse huir del gamberrismo que, el 7% del 20, comete a diario en el barrio.
Los gitanos tienen su forma de vida, les gusta vivir y ser como son, adoran el cante, el baile, las hogueras… y su modo de vida no es compatible con el nuestro. Ellos, los que no trabajan, salen de noche a relacionarse con sus familiares porque no tienen que levantarse temprano, a nosotros nos molesta el ruido porque sí tenemos que hacerlo. Ellos, los que no trabajan, reciben ayudas, para luego gastarlas en caprichos, los que no son gitanos y trabajan no las reciben y no pueden permitirse los lujos que muchos otros se pagan con el dinero que todos los cotizantes pagan al Estado para inversiones sociales.
Aclaro que no quisiera generalizar, pues dentro de la etnia gitana hay todo tipo de familias y algunas han descubierto una forma distinta de vivir que les ha parecido más apropiada y que les ha permitido incluirse en la sociedad consiguiendo total o casi totalmente insertarse satisfactoriamente en la sociedad general.
Y tampoco quisiera que esto hiciera pensar que los gitanos son malos o que son peores, en absoluto. Cada cual tiene su forma de vivir y creo que todas son dignas de respeto y útiles para enriquecer a los distintos grupos, cada cultura tiene elementos positivos y negativos en su funcionamiento interno.
Por ello, porque somos distintas culturas, distintos sistemas, distintos grupos, no podemos imponer nuestro criterio, no podemos modificar sus conductas, no podemos, no debemos seguir manteniendo este intento fallido de convivir ambas culturas en un espacio común y marginal a vista de todos.
Mi utópica propuesta se basa en la separación, en la localización diferencial, en el permiso y la aceptación de una forma distinta de ver la vida. Es decir en ofrecer un espacio delimitado, que debe ser respetable y que no tiene por qué ser aislado. En permitir a esta cultura que se desarrolle a su forma, a su manera, cerrando la guerra entre payos y gitanos, abriéndonos puertas a una nueva visión del colectivo.
Consiste en permitirles ser como son, pero serlo en su lugar, en su terreno, en su habitad, pidiéndoles respeto al nuestro, darles bandera blanca para que dejen de luchar por no perder su identidad. Todos serían más felices: ellos porque podrán ser lo que quieren ser, sin ser marginales, siendo únicamente diferentes; y los otros porque ya no serán un barrio marginal ni tendrán que convivir con una cultura que está enfadada y que les ataca porque no se siente aceptada.

4 comentarios:

  1. Sofi estoy totalmente de acuerdo contigo en que deberíamos dejar de luchar por intentar que se parezcan a "nosotros". Por su puesto que tienen su propia cultura ya que constituyen una etnia pero creo que lo que realmente nosotras nos tenemos que parar a pensar no es en si ellos quieren ser de una forma u otra sino, desde mi punto de vista, en evitar situaciones como la de absentismo escolar, drogadicción, delincuencia,...
    Por supuesto que no todos son iguales, no todos se drogan ni roban, y que no somos nadie para obligarlos a trabajar ni evitar que canten o bailen. No podemos hacerlos partícipe de este nuestro sistema a la fuerza, porque muchas veces ni yo misma quiero participar en él, pero no podemos cerrar los ojos hacia estas problemáticas. Tal vez el problema muchas veces somos nosotros y no ellos, ya que si ellos están marginados es porque nosotros, la sociedad somos los que los marginamos y los excluimos.
    Tú sabes que aunque la peña se ría es muy difícil poder vivir feliz a tu manera y conseguir ser unos desviados sociales, por no decir imposible.
    PERO YA VES, DE UTOPÍAS SE VIVE, y si nadie se hubiera parado a pensar en que la tierra es redonda seguiríamos pensando que ésta es plana.

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  2. Hola Sofía, tal y como me pides en tu orreo, voy a ampliar mis comentarios.
    Tu utopia desde mi punto de vista tiene un problema en la base. La clave no es cortar de raiz, sino enseñar y aprender a convivir, enseñar y aprender a respetar. Si separamos a las personas que por cuestiones de étnia, cultura, economía o religión no pueden aparentemente vivir juntas, solucionaremos el problema (a priori), pero cada grupo dividido se volverá a tener que dividir una y otra vez hasta que vivamos casi de uno en uno. Esa es la postura fácil y rápida. Hacer que desaparezca el problema evitando situaciones de conflicto no es intervenir. Intervenir es enseñar a convivir en condiciones de igualdad. Segú el caso que tu mismo expones, unos deben respetar las normas, otros deben dejar de prejudjar, pero nunca la solución pasar por aislar a unos de los otros. Se produjo un caso así en Sevilla con motivo de la expo 92, cuando movieron un asentamiento chavolista por todos conocidos hacia otro lugar porque a unos pocos no les parecia "correcta" la imagen de vida que se daba de la ciudad. Piensalo bien Sofía, aunque tu y yo no pensemos igual, el permanecer en contacto nos enriquece a ambas (es un ejemplo). Ambas aprendemos cosas. Si dejamos de tener contacto, ambas afianzaremos nuestro pensamiento sin tener que ceder jamas y conceptos como Libertad (bien entendida)o tolerancia no tendrían ningún sentido.

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  3. Ante todo agradecer los comentarios. Quisiera aclarar un poco más la idea que propuese pues no sé si quedó del todo clara.
    Mi propuesta no se basa en una separación del colectivo. Ejemplificaré para que se vea más claro. Podría comenzarse dicha idea con un proyecto piloto dirigido a 10 familias, elegidas según criterios de capacidades convivenciales. A estas 10 familias se les introduciría en un medio normalizado de forma dispersa en función de las características. Para ello se dedicaría parte del presupuesto en las 10 casas o pisos para las familias, y parte en la correspondiente intervención y seguimiento educativo. En el caso de que este proyecto de frutos y estas familias se adecúen correctamente a la normativa socialmente establecida, se haría con otras diez familias más y así sucesivamente. Mientras tanto, por supuesto, se continuaría con las intervenciones corrientes en dicha área. De este modo, poco a poco, lentamente, las personas o familias capacitadas para vivir en un entorno normalizado irían introduciéndose en nuestro sistema. Quedarían finalmente en el barrio las personas con más dificultades de adaptacción. A estas se les propondría la misma opción, sin embargo se les aclararía que en caso de que acepten, deberán comprometerse previo y contínuo con una intensiva intervención por la cual deberán modificar parte de sus comportamientos y hábitos con la flexibilidad también de nuestra parte.
    Lo que ocurriría con gran probablidad sería que estas últimas familias, cuya cultura está muy arraigada y cuyas necesidades no se corresponden a las nuestras no quieran hacerlo, ya que muchos de ellos prefieran la vida campestre y no la ciudadana como se les impone. Llegados a este punto ya se decidiría o se buscarían opciones para ellos.

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  4. Ok Sofía. Todo el planteamiento posterior cambia absolutamente el sentido de tu propuesta. Para comprobar que lo he entendido te lo cuento yo a ti a ver si es eso. La idea es separar previamente, (lo que se llamaría medida directa de erradicación de un conflicto), para posterior y pulatinamente ir interviniendo de forma conjunta en base a factores por ejemplo de compativilidad. Si es así, quizá sea una muy buena idea, pero presumo que tambien dificil de aplicar. Así nacen las grandes ideas, primero se imaginan, luego se piensan y luego se ponen en marcha.

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